Por Eduardo Rivera
Nos conocimos por internet en una red social hace casi un año ya. Yo tenía 17 y él 31 y durante la primera semana ya comenzamos a hablar todos los días por internet. Por casualidad, nos enteramos de que íbamos a ir al mismo sitio el mismo día para asistir a un concierto de Vivaldi, así que decidimos conocernos. El día fue bien, nos caimos genial y seguimos quedando…al final terminamos gustándonos. Yo soy gótica y él también tiene gustos por el estilo, así que me llamaba “darkprincesita del metal” y cosas bastante dulces pero a nuestro estilo.
Fuimos cogiendo confianza, pero también comenzamos a chocar. Él es muy tímido y yo más expresiva; él muy racional y yo algo más alocada, y por tal causa que quizás tenga que ver con la edad, se cierra a los sentimientos. Empecé a querer más de él, a llevar nuestra “amistad” a algo más, pero él no se sentía “preparado”.
Aun así yo le daba tiempo, y ese verano fue especial. Comenzamos a hacer cada vez más planes juntos, la confianza física que íbamos ganando rompió la timidez y el hielo que tanto costó superar. Muchos abrazos, muchos besos…las fantasías que yo siempre había tenido sobre cómo quería que me tratara un hombre, cómo cogerme de la cintura, la cara, eran tal cual él me las hacía a mí, y eso se mezclaba con la atracción creciente que había entre nosotros dos, ni detalles hace falta que dé.
Acercándonos a Navidades, yo seguía insistiéndole para tener algo serio, y él accedió. Pero yo pensaba que el cerrarse en sí mismo, apenas tener noticias de él durante días como iba sucediendo se acabaría, que me llamaría por teléfono (odia hablar por teléfono) y que me incluiría más en su vida…pero no fue así y yo quise terminar, en menos de dos semanas. Sé que no lleva malas intenciones, aunque a veces lo haya pensado porque vengo de relaciones muy difíciles, es muy buena persona, fiel, y sincero.
Recuerdo la última vez que nos acostamos…perdí el dominio sobre mí misma y le dije que le quería, a la cara. Me respondió lo mismo y esa noche fue genial; dormir juntos y despertar juntos era algo que nunca había experimentado y con él era lo más bonito.
Hemos seguido quedando, hasta hace poco, pero las cosas cada vez estaban más extrañas…cada vez nos queremos más, pero él tiene cosas en su personalidad realmente extrañas. Aunque según él me quiere y lleve días sin verme, dice que no quiere necesitar a nadie, que nunca ha sido así. No sale apenas, acaso para trabajar, así que la mayoría de las veces soy yo la que mueve cielo y tierra para vernos. La última vez que nos vimos le dije que me aburría con él, y ahora me arrepiento recordando su expresión medio triste-decepcionada. Después de entonces, decidimos que no nos hablaríamos hasta que pasaran mis exámenes, que él lo sentía que aunque me quisiera era así de solitario y no quería hacerme daño…mucha culpa y carga le he dejado encima, siempre echándole la culpa. Me siento muy mal por ello.
Estoy sin amigos. Ni uno. Siempre he sido muy solitaria pero no me cierro a nadie. Aunque lo rechacé como amigo ahora lo necesito, yo sí lo necesito. No soy capaz de andar por la ciudad, porque la conocí por él; él me ha hecho más independiente, madura, y fría para tomar decisiones. Ahora no tengo a nadie con quien hablar y lo echo de menos ¡tanto!
Es una pena, pero creo que por nuestra incompatibilidad nunca vamos a tener nada. No podría soportar a alguien que no fuera romántico, porque eso sólo fue cuando nos empezábamos a conocer y ahora, aunque me quiera, no me lo demuestra.
Le dije que si finalmente cambiaba, sin hacerlo aposta, y me extrañaba, que me lo dijera. No he obtenido respuesta alguna sobre él, y sabiendo cómo es que aunque sienta no lo transmite…creo que esta historia se queda con muchos sentimientos en el tintero y poca historia sobre el papel, y termina de forma triste, sin cabreos, discusiones ni enfados que nunca hemos tenido ni recuerdos desagradables.
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